¿Qué son los nutracéuticos y cómo pueden mejorar nuestra salud?

Septiembre 24, 2025

Aunque el término nutracéutico no es nuevo en el ámbito científico, su origen es relativamente reciente: fue acuñado en 1989 por el médico estadounidense Stephen DeFelice para describir aquellos alimentos o compuestos derivados de alimentos que ofrecen beneficios para la salud más allá de su valor nutricional básico. Desde entonces, el interés en esta categoría ha crecido de forma exponencial, hasta el punto de que el mercado mundial de nutracéuticos se valoró en más de 340.000 millones de dólares en 2020, y se espera que alcance los 675.000 millones en 2027. Esta cifra no solo refleja una tendencia comercial: revela también cómo ha cambiado nuestra forma de entender la relación entre lo que comemos y nuestra salud.  

Y hay razones de peso detrás de este fenómeno. Por ejemplo, un compuesto presente en la cúrcuma, la curcumina, ha demostrado en estudios preclínicos tener propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras, con potencial para actuar sobre enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Aunque aún se requieren ensayos clínicos sólidos en humanos, este tipo de hallazgos explican por qué la frontera entre nutrición y farmacología se vuelve cada vez más difusa.   

Los nutracéuticos suponen una promesa de la ciencia contemporánea: intervenir en la salud humana desde lo cotidiano. Pero esa promesa convive con incertidumbre legítima sobre su eficacia real, su regulación, sus límites y sus riesgos. Comprender su verdadera dimensión implica explorar no solo qué son, sino también cómo actúan, qué respaldo científico los sostiene y qué lugar podrían ocupar en el futuro de una medicina cada vez más preventiva, personalizada y basada en evidencia. 

¿Qué son los nutracéuticos?

Los nutracéuticos forman parte de un campo intermedio entre la nutrición y la farmacología que ha despertado el interés de investigadores, médicos y reguladores. Se trata de compuestos bioactivos presentes en alimentos, como antioxidantes, ácidos grasos, polifenoles, aminoácidos o probióticos; que, cuando se aíslan, concentran o formulan en dosis específicas, pueden ejercer efectos positivos sobre funciones fisiológicas concretas y contribuir a la prevención de enfermedades.  

A diferencia de los alimentos convencionales, no se consumen por su valor calórico o nutricional básico, y tampoco se consideran medicamentos. Su naturaleza ambigua, entre lo alimentario y lo terapéutico, es justamente lo que los convierte en una categoría singular y desafiante, tanto para la investigación como para la regulación. En muchos casos, su acción no se basa en sustituir los procesos biológicos, sino en interactuar con ellos, apoyando rutas metabólicas, regulando la inflamación o potenciando el sistema inmunitario.  

Desde la perspectiva biotecnológica, los nutracéuticos representan una forma de rediseñar la relación entre alimentación y salud a nivel molecular. Gracias a herramientas como la metabolómica, que permite analizar los miles de metabolitos presentes en una muestra biológica para entender cómo responde el cuerpo a un determinado compuesto; la nutrigenómica, que estudia cómo los nutrientes interactúan con nuestros genes, activando o silenciando funciones específicas del metabolismo; o la nanotecnología, que hace posible encapsular principios activos para mejorar su absorción y eficacia, hoy es posible estudiar cómo estos compuestos se absorben, actúan en el organismo y se integran en procesos celulares clave.  Todo ello podría convertirse en una estrategia terapéutica de base científica, capaz de adaptarse a las necesidades de individuos.  

En esencia, representan un esfuerzo por transformar el conocimiento nutricional en una herramienta de intervención preventiva o complementaria, con base en mecanismos moleculares que comienzan a ser identificados con mayor precisión.  

Mecanismos de acción: ¿cómo operan realmente los nutracéuticos?  

A diferencia de los nutrientes esenciales, como proteínas, lípidos o carbohidratos, cuyo papel principal es estructural, energético o funcional, los nutracéuticos intervienen de forma más específica en procesos celulares complejos 

Actúan como moduladores biológicos capaces de interactuar con rutas bioquímicas involucradas en la inflamación, el envejecimiento celular, la respuesta al estrés oxidativo o incluso la expresión génica. 

Su actividad se concentra, de manera general, en tres grandes frentes:  

  • Regulación de la inflamación: Muchos nutracéuticos influyen en el equilibrio del sistema inmunitario modulando, y no bloqueando, la respuesta inflamatoria. Actúan, por ejemplo, sobre moléculas señalizadoras como NF-κB, responsables de la producción de citocinas inflamatorias. Al hacerlo, contribuyen a atenuar estados inflamatorios crónicos sin interferir con las funciones defensivas del organismo. Esta propiedad es especialmente relevante en el contexto de enfermedades no transmisibles como la diabetes tipo 2, la artritis o el deterioro neurodegenerativo.
     
  • Modulación del estrés oxidativo:  El estrés oxidativo ocurre cuando se produce un desequilibrio entre radicales libres (moléculas reactivas que dañan proteínas, lípidos y ADN) y la capacidad del cuerpo para neutralizarlos. Algunos nutracéuticos, como la vitamina C, la quercetina o la curcumina, poseen propiedades antioxidantes que no solo eliminan estos radicales, sino que también activan vías endógenas de defensa antioxidante.
     
  • Ajuste de la actividad enzimática y génica: También pueden influir en la función de enzimas clave o en la expresión de genes relacionados con la inflamación, el metabolismo o el envejecimiento celular. Por ejemplo, compuestos como el resveratrol (presente en la piel de la uva) han demostrado efectos epigenéticos: pueden activar o silenciar genes sin alterar la secuencia del ADN, lo cual abre posibilidades en la prevención de enfermedades crónicas y en el campo emergente de la longevidad saludable. 

Aunque estos hallazgos son muy prometedores, especialmente en estudios preclínicos, todavía se enfrenta el desafío de la baja biodisponibilidad de muchos compuestos que dificulta su utilidad clínica en humanos. Para superar este obstáculo, se están desarrollando soluciones biotecnológicas como nanoemulsiones, microencapsulación o vehículos lipídicos, que mejoran la solubilidad, estabilidad y entrega del principio activo en los tejidos diana. 

Utilidad, aplicaciones reales y evidencia clínica 

Los nutracéuticos tienen un potencial real cuando se fundamentan en evidencia clínica rigurosa. Por ejemplo, revisiones recientes sobre intervenciones nutracéuticas en hipertensión arterial destacan reducciones modestas pero significativas en la presión sistólica y diastólica. 

Otro análisis destaca su utilidad como complemento terapéutico: pueden mejorar la adherencia al tratamiento y mitigar efectos adversos, especialmente si se ajustan según perfil genético individual, lo cual abre puertas a una nutrición personalizada.  

En dermatología, ciertos compuestos como las vitaminas A, C, E, péptidos de colágeno y carotenoides cuentan con respaldo clínico en el mantenimiento de la salud cutánea y la calidad visible de la piel. Y en el terreno cognitivo, estudios recientes sobre productos ricos en polifenoles muestran mejoras en funciones clave del cerebro y activación de biomarcadores neuroprotectores.   

Regulación  

El marco legal que regula los nutracéuticos es uno de los aspectos más complejos y variables de este campo. A nivel global, no existe una definición única ni una clasificación armonizada: mientras que en algunos países se consideran suplementos alimenticios, en otros pueden tener un estatus más cercano al de productos farmacéuticos, dependiendo de su composición, forma de uso o alegaciones de salud. 

En Estados Unidos, los nutracéuticos se comercializan bajo la categoría de suplementos dietéticos, regulados por la Dietary Supplement Health and Education Health Act (DSHEA) de 1994. Este marco legal establece que los fabricantes no necesitan aprobación previa de la FDA para lanzar sus productos al mercado, siempre que no hagan declaraciones terapéuticas, es decir, que no afirmen curar, tratar o prevenir enfermedades. No obstante, están obligados a garantizar la seguridad del producto, utilizar buenas prácticas de fabricación y notificar cualquier efecto adverso grave. La FDA puede intervenir posteriormente si se detectan problemas, ya sea mediante inspecciones advertencias públicas o retiradas del mercado.  

Unión Europea 

En la Unión Europea, los nutracéuticos no tienen una categoría legal propia, sino que se integran dentro del marco de los complementos alimenticios. Esta legislación establece los principios generales sobre ingredientes permitidos, etiquetado y condiciones de comercialización, pero no permite alegaciones terapéuticas (es decir, no pueden presentarse como productos que previenen, tratan o curan enfermedades). 

Cualquier declaración de salud en el etiquetado debe estar respaldada por evidencia científica y aprobada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esta agencia evalúa si los estudios presentados por las empresas cumplen con criterios rigurosos de calidad y reproducibilidad. Solo entonces se autoriza su uso comercial.  

Además, cada Estado miembro puede aplicar controles adicionales sobre la venta y distribución, especialmente en lo que respecta a productos botánicos, donde aún hay diferencias entre países. Por ejemplo, mientras en Alemania algunos extractos se permiten bajo supervisión médica, en otros países se comercializan libremente como complementos. 

La regulación europea prioriza la seguridad del consumidor y la transparencia, pero aún enfrenta desafíos importantes en la armonización y control del mercado, especialmente ante el auge de la venta online y la llegada de productos importados desde países con marcos regulatorios más laxos. 

ARQUIMEA Research Center 

En línea con esta visión de futuro, ARQUIMEA Research Center participa en el proyecto NATUR-EXT, una iniciativa que busca aprovechar recursos biológicos renovables como fuente de compuestos de interés para la industria, dentro de un marco de economía circular y sostenibilidad. Uno de los objetivos principales es el Desarrollo de procedimientos para la extracción y validación de compuestos emergentes de interés farmacéutico y nutracéutico 

La contribución del centro se centra en la investigación de la Salicornia europea, una planta halófita rica en ácidos grasos de alto valor añadido. El trabajo combina la optimización del cultivo con el desarrollo de técnicas de extracción sostenibles, aplicando principios de química verde para maximizar el aprovechamiento y minimizar el impacto ambiental. De esta manera, se abren nuevas posibilidades para el descubrimiento y la validación de compuestos con aplicaciones prometedoras en distintos ámbitos de la ciencia y la salud. 

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